
Tu pasaporte no es realmente tuyo, tu país de origen puede decidir denegar o invalidar este documento y dejarte sin salida ni posibilidad de movimiento. Esto deja a cualquier persona que depende de una sola nacionalidad en una situación de vulnerabilidad total: sin poder salir del país, sin poder viajar y por supuesto, sin opción para conseguir otros permisos de residencia o ciudadanía una vez que te cierran el grifo. En este artículo verás por qué ocurre, en qué casos los Estados ejercen este poder y, sobre todo, cómo puedes protegerte ante este gran poder que los Estados tienen sobre sus ciudadanos.
Cuando uno piensa en las ventajas de tener una segunda nacionalidad, lo primero que viene a la mente es una posible mayor libertad para viajar, trabajar y establecerse, especialmente el de la segunda nacionalidad. Sin embargo, las razones para conseguir un segundo (o tercer) pasaporte van mucho más allá y tienen que ver, sobre todo, con la necesidad de garantizar la libertad personal: una protección contra restricciones y riesgos considerables que pueden derivarse, por ejemplo, de agendas políticas, imposiciones fiscales, o conflictos geopolíticos, cuando los gobiernos obligan a participar en sus disputas (o a sufrir indirectamente las consecuencias de estas).
Los escenarios posibles son infinitos, cuando un Estado se ve en apuros está dispuesta a hacer lo que haga falta, y una de las mayores herramientas de presión que tiene sobre sus ciudadanos consiste en no permitir que adquiera otros pasaportes o incluso retirar o no expedir el pasaporte para que los nacionales no puedan escapar de sus garras.
Para proteger tu libertad personal y evitar ser extorsionado por ningún Estado particular, debes tomar precauciones y protegerte con especial cuidado. Así, hoy queremos mostrarte no solo las razones para obtener una segunda (tercera o cuarta) ciudadanía, sino también las vías para conseguirla.
El término «nacionalidad» se explica por sí solo, ya que describe la «pertenencia» a un Estado. A diferencia de una relación de pareja, la elección de una profesión o de nuestra primera casa, esta pertenencia nos ha sido dada, ya que, por lo general, se nos concede por nacimiento. No hemos hecho nada para merecerla ni hemos tomado ninguna decisión al respecto. En consecuencia, la nacionalidad no es fruto de nuestro consentimiento, como tampoco la elección de nuestro nombre. Por fortuna, no estamos en este sentido predeterminados de por vida y también en este aspecto podemos aplicar la Teoría de las Banderas y evitar el peso del Estado. A diferencia del nombre, la nacionalidad no solo influye en nuestra identidad, sino sobre todo en nuestra libertad.
Para que lo que describimos aquí no parezca mera teoría, una fantasía o un escenario innecesariamente alarmista, veamos algunos ejemplos prácticos de los acontecimientos políticos mundiales más recientes.
Tener ciudadanías adicionales puede protegerte de la participación forzosa en conflictos geopolíticos
Tomemos el ejemplo de Ucrania: en tiempos de guerra, el país ha tomado medidas para movilizar a suficientes hombres aptos para el servicio militar con el fin de defender el país. Sin embargo, dado que cada vez más hombres se marchaban al extranjero porque no querían acabar siendo carne de cañón en una guerra que no habían elegido, Ucrania decidió meter mano a los pasaportes y la movilidad de «sus» ciudadanos. Tras el inicio de la guerra con Rusia, se introdujo inicialmente una prohibición de salida del país para los hombres de entre 18 y 60 años. Esta medida suponía que los hombres de este grupo de edad no podían salir del país sin un permiso especial. Los ciudadanos de Ucrania se convirtieron así en prisioneros de su propio país. Y no solo eso: están cautivos y sus vidas corren peligro porque un Estado ha decidido utilizarlos para sus propios fines.
En caso de emergencia (o supuesta emergencia), la libertad de decisión del individuo desaparece y el valor de la vida individual se pierde.
La libertad de decisión del individuo desaparece de un día para otro y se pierde el valor de la vida individual. En otras palabras: en ciertos casos pueden considerarse afortunados aquellos que «solo» están en prisión y no tienen que temer por su vida.
Pero a Ucrania no le bastaba con eso. Al Gobierno de Kiev no solo le molestaban los numerosos «ciudadanos» ucranianos que se habían marchado a tiempo, sino también aquellos que ya se encontraban en el extranjero antes del estallido del conflicto. Así lo afirma el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania:
«En sus comentarios del martes sobre la suspensión de los servicios consulares, Kuleba dijo que era incongruente que hombres sujetos al servicio militar obligatorio vivieran en el extranjero y aun así quisieran recibir servicios estatales. «Permanecer en el extranjero no exime a un ciudadano de sus deberes para con la patria», escribió en X».
Por lo tanto, quien se encuentra fuera de su «país de origen» no queda exento de las obligaciones que tiene para con su país. La consecuencia es que Ucrania aprobó normas que prohibían a los hombres sujetos al servicio militar obligatorio solicitar pasaportes en el extranjero.
Así, a los solicitantes que se encontraban en el extranjero en edad de prestar servicio militar se les privó de la libertad de circulación al denegárseles la expedición de documentos de identidad válidos. Lo único que este grupo de personas recibió en los consulados y embajadas de Ucrania fueron certificados especiales para poder regresar a Ucrania. El Ministerio de Asuntos Exteriores dejó claro que, en el futuro, las solicitudes de pasaporte sólo serían tramitadas por organismos estatales y que las agencias privadas ya no serían competentes para ello. Aquellos que no tomaron precauciones a su debido tiempo, se encuentran en una situación bastante delicada. Esta estrategia muestra cómo, en situaciones de crisis, el Estado en su ruindad puede utilizar el control de los pasaportes y la movilidad para imponer sus intereses nacionales. En este caso, incluso por encima de la propia vida.
Sabemos (y conflictos como el de Ucrania y antes del de Yugoslavia) que Europa no siempre ha sido un lugar de paz y que el actual periodo de tranquilidad, al menos en Europa occidental, es uno de los más largos que se han vivido en la historia reciente. Que este tipo de escenarios puedan darse en Europa occidental en caso de conflicto militar o de otro tipo es algo que, a la vista de lo sucedido en otros países, debería tenerse muy en cuenta. Así encontramos la primera razón de peso por la que vale la pena ampliar tu cartera de «afiliaciones» a un Estado.
Nota: Por si os lo preguntáis, no estamos haciendo una valoración sobre quién tiene la culpa del conflicto entre Ucrania y Rusia, claramente son los rusos quienes lanzaron el ataque (y a partir de ahí, que cada cual juzgue). Simplemente somos de la opinión de que, dado que “tu vida es tuya”, nadie más que tú tiene el derecho a poner tus bienes o tu integridad en peligro, nunca un Estado, por mucho que pueda decir que es que está bajo ataque.
Restricciones a la libertad de circulación por acontecimientos inusuales o por agenda política “urgente”
En los llamados Estados y regímenes autoritarios, reprimir a la oposición o a minorías prescindibles es una práctica habitual. Abundan los ejemplos, ya sean los uigures en China, la minoría rohinyá en Myanmar, los palestinos en numerosos Estados, los habitantes de Hong Kong, etc. La nacionalidad se usa como medio para controlar, oprimir detener o privar de derechos sistemáticamente. La pregunta que hay que plantearse a la luz de los últimos acontecimientos políticos mundiales es siempre la misma: ¿cuándo actúa un Estado de forma autoritaria?
A primera vista, puede parecer poco probable que en España se sufra discriminación por pertenecer a una minoría, como sucede en los países o zonas que hemos mencionado. Pero ¿qué ocurre cuando se actúa de forma «desfavorable» o contraria a la agenda política actual? Cada vez hay más casos de viajeros a los que no se les renueva el pasaporte con visados rusos vigentes, aunque esto viola claramente las leyes internacionales.
En general, las leyes y normas sobre pasaportes suelen estar hechas para confirmar la identidad y nacionalidad de un solicitante de entrada, y no para discriminar en función de una agenda política (por ejemplo, considerar a Rusia como «enemiga»). En principio, el pasaporte sirve únicamente como documento de identidad y de viaje, y no debería ser algo en función a lo que valorar la calidad moral de una persona.
Entraremos en más detalles luego, pero, la pregunta aquí es si, como ocurre en Estados Unidos, la visita de un país concreto podría acabar motivando la denegación de entrada. Es decir, que el haber visitado Rusia, China, Irán, Israel o el país que sea que toque haga que no te denieguen la entrada.
Sea cual sea la interpretación que se dé a estas tendencias, una cosa es segura: las tendencias actuales no van en dirección más libertad y, sobre todo, te va a costar mucho encontrar razones para, en un escenario así, no intentar conseguir un segundo pasaporte.
¿Cuándo puede el Estado denegar la expedición de mi pasaporte?
Aquí vamos a ver tres casos diferentes, el de España, Alemania y Argentina. Al final, podremos concluir que los casos en los que pueden decidir no expedirte un pasaporte (o retirártelo) siempre están ahí y que son bastante parecidos.
En el caso de España, el artículo 2.2 del Real Decreto 896/2003 establece que el pasaporte es un documento necesario para salir y entrar en territorio nacional, aunque la ley contempla supuestos de restricción:
- Denegación por mandato judicial: El artículo 2.4 del citado Real Decreto señala que “no se expedirá pasaporte a quienes tengan limitados por la autoridad judicial sus derechos a la libre circulación”. Así, únicamente si un juez lo ordena en el marco de un proceso penal o civil (p. ej. prisión preventiva, medidas cautelares, cumplimiento de condenas o prohibición de salida del territorio), la Administración puede denegar la expedición.
- Retirada o retirada cautelar: El artículo 3 del Real Decreto 896/2003 permite la retirada de un pasaporte ya expedido si existe resolución judicial firme que restrinja la libertad de circulación. La Policía ejecuta esta medida mediante la entrega del pasaporte en la comisaría para impedir el uso fraudulento.
- Denegación en casos de nacionalidad dudosa o en trámite: Cuando existan dudas serias sobre la nacionalidad española del solicitante, o el interesado esté sometido a un procedimiento de pérdida/privación de nacionalidad, la expedición puede suspenderse cautelarmente hasta que se esclarezca la situación.
- Menores y personas incapacitadas: En el caso de menores de edad o personas con capacidad modificada judicialmente, se requiere consentimiento expreso de quienes tengan la patria potestad o representación legal. Si no se aporta, la expedición puede denegarse.
Por otro lado, en Argentina, la regulación sobre la denegación y expedición de pasaportes se basa principalmente en el Decreto 261/2011, que regula la emisión de pasaportes argentinos, y en la actuación de la Dirección Nacional del Registro Nacional de las Personas (Renaper). Al igual que en España, la denegación de pasaporte es una situación restringida, basada en motivos judiciales o administrativos muy específicos.
El artículo 7 del Reglamento para la Emisión de Pasaportes resume los motivos legales por los que puede denegarse la emisión del pasaporte:
- Haber sido condenado a penas o medidas de seguridad que conlleven la privación o limitación de la libertad de residencia o movimientos, mientras no se hayan extinguido, salvo autorización judicial.
- Tener una orden de captura librada por autoridad judicial competente o hallarse en rebeldía de un proceso penal.
- Cuando la autoridad judicial haya prohibido la expedición o la salida del país respecto al interesado.
En esencia, la restricción se aplica por causa judicial, ya sea por sentencia, orden de captura o medida cautelar explícita prohibiendo la salida del país.
Y en el caso de Alemania, tenemos la ley de pasaportes en su artículo 7, apartado 1, de la PassG. Este establece lo siguiente:
(1) Se denegará el pasaporte cuando existan hechos que justifiquen la sospecha de que el solicitante
1. pone en peligro la seguridad interior o exterior u otros intereses importantes de la República Federal de Alemania;
2. pretende eludir un proceso penal o la ejecución de una pena o la imposición o ejecución de una medida de seguridad que conlleve privación de libertad y que sea aplicable en virtud de la presente ley;
3. pretende infringir una disposición de la Ley de estupefacientes relativa a la importación, exportación, tránsito o puesta en circulación de estupefacientes;
4. pretende eludir sus obligaciones fiscales o infringir las disposiciones de la legislación aduanera y de monopolios o de la legislación sobre comercio exterior, o cometer infracciones graves de las prohibiciones o restricciones de importación, exportación o tránsito;
5. pretende eludir una obligación legal de manutención;
6. pretende enrolarse sin autorización en el servicio militar fuera del Ejército alemán;
7. como persona sujeta al servicio militar obligatorio perteneciente a una generación que esté siendo llamada a filas, pretender salir de la República Federal de Alemania durante más de tres meses sin la autorización de la oficina de reclutamiento del distrito requerida por el artículo 3, apartado 2, de la Ley de servicio militar obligatorio;
8. como persona sujeta al servicio militar obligatorio, desee abandonar la República Federal de Alemania sin la autorización de la oficina regional de reclutamiento requerida según el artículo 48, apartado 1, número 5, letra b), o el artículo 48, apartado 2, de la Ley de servicio militar obligatorio;
9. como objetor de conciencia reconocido, sin la autorización de la Oficina Federal de Servicio Civil exigida en el artículo 23, apartado 4, de la Ley de Servicio Civil, desee abandonar la República Federal de Alemania por un período superior a tres meses;
10. vaya a cometer uno de los actos descritos en el artículo 89a del Código Penal;
11. cometa un acto descrito en el artículo 226a del Código Penal o incite a terceros a cometerlo;
12. cometa en el extranjero un acto descrito en los artículos 174, 176, 176a, 176b, 176c, 176d o 182 del Código Penal.
Fuente: https://www.gesetze-im-internet.de/pa_g_1986/BJNR105370986.html
El § 7, apartado 1, en sus frases 10 a 12, hace referencia a muchos actos descritos en el Código Penal alemán. Para completar la información y que podamos comprender la totalidad de este apartado, los citamos aquí:
Artículo 89a del Código Penal alemán: Preparación de un acto violento grave que ponga en peligro el Estado
Artículo 226a del Código Penal alemán: Mutilación genital femenina
Artículos 174, 176, 176a, 176b, 176c, 176d y 182 del Código Penal alemán: Derecho penal sexual (abuso de menores y protección de menores)
El § 7, apartado 1, de la PassG contiene, por tanto, algunas disposiciones destinadas a proteger al público en general y la seguridad de todos. Es difícil que algunas de estas disposiciones sean cuestionadas seriamente o rechazadas en su esencia. En particular, las medidas destinadas a proteger la vida de otras personas, a prevenir actividades terroristas o a proteger a los niños contra los abusos están indudablemente justificadas y redundan en interés de todos. Sin embargo, el verdadero problema radica en que las disposiciones legales no se limitan a estos aspectos esenciales y sin duda relevantes. Y aquí es donde surge el problema.
Resumiendo, si tu país no quiere que te muevas y solo cuentas con una ciudadanía, lo tienes complicado.
El problema comienza cuando normas indudablemente correctas se utilizan para legitimar normas indudablemente incorrectas
Al final, nos encontramos con que cualquier Estado va a poder decidir que lo que quiera que hagamos es o ha sido ilegal y que, por lo tanto, no nos va a expedir ningún pasaporte (recuerda que al final es el propio Estado el que decide lo que es o no es legal). Así, unos motivos que podrían parecer legítimos para denegar el pasaporte (que un juez te declare culpable de un asesinato y tema que huyas, por ejemplo) pueden convertirse en algo indudablemente inmoral (que te declare culpable de un presunto delito de odio por no dirigirte a alguien por su pronombre preferido o por decir que estás en contra de la inmigración ilegal).
A parte, en muchos países existen disposiciones que podrían utilizarse para denegar la expedición de pasaportes a personas por meras sospechas o en situaciones poco claras, lo que pondría en peligro el equilibrio entre la seguridad general y los derechos fundamentales individuales. Sobre todo, cuando aparecen frases refiriéndose a ideas como la de «proteger intereses del Estado» y parecido.
Por cierto, existen países que pueden denegar el pasaporte a quien que «incumpla sus obligaciones fiscales». Uno de los países más conocidos por esto es Estados Unidos, pero también puede ocurrir en Alemania como veíamos y, en general, si Hacienda acude a un juez y consigue una sentencia, en la mayoría de países, te denegarían el pasaporte. Es decir, que algo legítimo como es intentar evitar que el Estado te robe lo que es tuyo podría terminar contigo sancionado, sin pasaporte y, por supuesto, encarcelado.
Entonces, ¿en qué momento podríamos considerar que un Estado es autoritario?
Los «Estados autoritarios» a los que nos referimos más arriba están familiarizados con el uso de restricciones de este tipo, pero, para ser justos, hay que preguntarse en qué momento se considera que un Estado es autoritario y qué lo convierte en eso. Aquí también se podrían citar ejemplos de países como Corea del Norte o Bahréin.
Sin embargo, dado que estos países no representan un «peligro real» para la vida de la mayoría de los lectores, recurramos a un ejemplo del mundo occidental, también en este caso de la historia reciente.
Durante la pandemia de COVID-19, Australia, por ejemplo, aplicó algunas de las medidas más duras del mundo, que pueden considerarse las restricciones más drásticas de la libertad personal. Ciudades como Melbourne pasaron casi 260 días en confinamiento, lo que supone uno de los periodos más largos del mundo. Durante ese tiempo, los ciudadanos solo podían salir de sus casas durante unas pocas horas y bajo estrictas condiciones.
Y aún peor: se impuso una prohibición de viajar tan estricta que los australianos no pudieron salir de su «propio» país durante casi dos años. La libertad de movimiento se vio así enormemente restringida. Para ilustrar lo que esto puede significar en la práctica: muchas personas no volvieron a ver a sus familiares que vivían en el extranjero durante ese tiempo, en el que, por ejemplo, enfermaron o fallecieron. Las familias quedaron separadas, los padres no vieron crecer a sus hijos. Y los australianos que se encontraban en el extranjero a menudo se quedaron allí, ya que los que regresaban a Australia tenían que aislarse en hoteles de cuarentena muy caros, corriendo con los gastos, si es que encontraban vuelos, que eran totalmente excesivos. Solo se permitió salir de Australia a las personas que no eran ciudadanos australianos.
Una vez más, se demuestra que la diversificación hubiera evitado esta circunstancia. Y surge la pregunta: ¿no es profundamente autoritario que un Estado se reserve el derecho de decidir sobre el destino de «sus» ciudadanos? Entonces, ¿cuándo es autoritario un Estado?, ¿sólo si impide a sus ciudadanos salir del país debido a una pandemia?, ¿o tal vez ya lo es cuando os obliga a pagar un impuesto que no habéis consentido?
Por eso, antes de atarte a nadie para siempre, asegúrate de haber elegido bien
En el poema «El canto de la campana», Friedrich Schiller ya advertía contra las decisiones precipitadas que comprometen la vida con la frase «Mire quien votos perdurables hace, si con su corazón cuadra el que elige». Con esto el escritor se refería al matrimonio, pero podríamos aplicarlo de forma quizás incluso más fuerte, a la pertenencia a un Estado. Ten en cuenta que, en la actualidad, suele ser más sencillo divorciarse de tu pareja que dejar atrás las ataduras con tu país de origen.
En el caso de la nacionalidad debemos partir más bien de un matrimonio forzoso, pero, a pesar de todo, al igual que en el matrimonio, tenemos la posibilidad de rescindir este contrato.
En general, en lugar de cortar por lo sano con nuestro país de origen, suele tener más sentido dotarse de otras «pertenencias». Romper el vínculo jurídico entre una persona y un Estado solo tiene sentido en contadas ocasiones, y también en estos casos solo es posible si se tiene una segunda nacionalidad. Son pocos los países que permiten abandonar la nacionalidad si no tienes una segunda.
Entonces, ¿cuándo podría tener sentido renunciar a la ciudadanía?
Abordemos el tema de los impuestos: La tributación mundial, tal y como se practica en Estados Unidos, significa que los ciudadanos están sujetos a impuestos en todo el mundo, independientemente de su lugar de residencia. Por lo tanto, los ciudadanos estadounidenses deben pagar impuestos en Estados Unidos incluso si viven permanentemente en el extranjero. Este sistema, conocido como «tributación basada en la ciudadanía» (CBT, por sus siglas en inglés), difiere de la mayoría de los demás países, que por lo general solo gravan a sus ciudadanos si residen en el país. Todos los ingresos, independientemente de dónde se obtengan, están sujetos a impuestos en el país de origen.
En España, la tributación mundial según el modelo estadounidense, en el que los ciudadanos están sujetos a impuestos en todo el mundo independientemente de su lugar de residencia, no existe como tal. Sí tienen un exit tax o una obligación de seguir pagando impuestos en España si te trasladas a un país considerado paraíso fiscal (algo parecido a lo que pasa con México), pero, a pesar de que siempre existen debates o propuestas sueltas, en España no son una realidad (en Canadá, Francia o Alemania sí estarían mucho más cerca de ello).
La probabilidad de que se implante en España (o cualquier otro país europeo) un sistema similar al de EE. UU. es relativamente baja, ya que el esfuerzo burocrático sería enorme, solo pensar en los cambios que habría que introducir en todos los convenios de doble imposición y a nivel de normativas europeas. No obstante, no hay que descartar este escenario, ya que los cambios políticos y las agendas, aunque a veces tarden años en materializarse, siempre pueden entrar en el debate político. A caso crees que si algún partido político o grupo de presión empezase a señalar que los ricos son los culpables de todo y que no se les debe permitir evitar impuestos cambiando de residencia, el grueso de la población no iba a terminar apoyando sus propuestas.
También en este contexto aplicaría el dicho: «más vale prevenir que curar». Una vez más, ampliar tu cartera de posibilidades redunda en tu propia libertad y seguridad.
Ahora, si quieres más información sobre el tema de la ciudadanía, ponte en contacto con nosotros. Tenemos soluciones que te ayudarán a conseguir de forma totalmente legal y segura una segunda ciudadanía.
Existen muchos caminos diferentes, los hay rápidos, los hay baratos y los hay sencillos. En general tendrás que elegir dos de las tres características nombradas, aunque para algunos suertudos, puedes tenerlo todo (ciudadanía por descendencia o por haber nacido en algunos países). Teniendo en cuenta que la mayoría de hispanohablantes puede tener más de una ciudadanía sin problema (siendo español, argentino o mexicano, por ejemplo, no tendrás ningún problema), todo el mundo debería aprovechar esta oportunidad. Si quieres empezar a trabajar en tu segundo pasaporte, ponte en contacto con nosotros.
¡Porque tu vida es tuya!
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Este artículo me ha parecido muy relevante y alarmante. Es interesante ver cómo la historia de Ucrania resuena con situaciones pasadas, como la de Yugoslavia, y nos recuerda que la paz en Europa occidental no es algo innato. La restricción de pasaportes en Ucrania, aunque justificada por la seguridad, me hace dudar de la confianza que deberíamos depositar en los Estados en tiempos de crisis. La comparación con otros países, como Australia durante la pandemia o Alemania con sus leyes estrictas, deja en claro que la libertad de movimiento puede ser fácilmente limitada por razones políticas o económicas. La idea de tener una segunda nacionalidad se convierte, en este contexto, en una medida preventiva esencial para preservar nuestra autonomía y seguridad personal. La soberanía individual ante la autoridad estatal es, sin duda, un tema que merece más atención.