Las crisis no siempre tienen que ser un problema, a veces nos ayudan a crecer y llegar más lejos. En el artículo de hoy, te explicamos cómo funciona en este sentido la antifragilidad.
La crisis económica que comenzó en 2008 y condujo a la enorme crisis financiera y de deuda que nunca llegó a solucionarse. La nueva crisis económica a la que nos acabamos de subir en 2022 que se suma a la anterior. Muchos piensan que la necesaria corrección de los mercados está cada día más cerca.
Un sistema monetario cuyos dos ejes centrales —el tipo de interés y la emisión de moneda— están controlados y manipulados por el Estado no puede acabar de otra manera que con un colapso a largo plazo. La única pregunta que cabe hacerse es cuánto falta para dicho colapso. Cuánto tiempo se puede ocultar el fracaso de las políticas de planificación central.
Lo mismo ocurre con un sistema social que divide a la población entre los obedientes que se creen y siguen todo lo que dice la narrativa oficial y los asociales, locos y conspiranoicos que se niegan a obedecer y ver las cosas según se espera de ellos. Solo puede acabar en catástrofe.
Así, durante tiempos difíciles, tanto personas como empresas han de asumir grandes pérdidas, sin embargo, lo que ocurre luego, depende de cada cual.
Las personas despiertas se levantan del golpe rápidamente y buscan cómo pueden adaptarse y crear valor para otros, de forma que recuperan rápidamente lo perdido e incluso se hacen más ricos.
El resto, simplemente sigue ahí, donde cayeron y se quejan de que nadie les ayude a levantarse, además de considerar una afrenta que otros se hayan puesto en marcha y no se hayan quedado boca arriba pataleando como ellos.
Lo que quizás no sabías es que existe un tercer grupo que a menudo no se tiene en cuenta. Son aquellos que no solo consiguen levantarse rápidamente, sino que ni siquiera llegan a caer, al contrario, más bien parecen haber adquirido una mejor situación gracias al golpe sufrido.
A prueba de crisis gracias a la antifragilidad
¿Has oído hablar alguna vez de la “antifragilidad”?
Antifrágil es el término que utiliza el inversor y filósofo estadounidense Nassim Nicholas Taleb para describir todo aquello que se beneficia de las circunstancias adversas. De hecho, lo contrario de la fragilidad no es la robustez, como se suele pensar. Cuando lo frágil se rompe, lo robusto, en el mejor de los casos, se mantiene intacto. Sin embargo, lo antifrágil se beneficia en cuanto se ve sometido a la presión y termina mejor que como estaba antes.
En su libro Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden, Taleb explica el concepto a lo largo de 700 páginas. Su libro, repleto de anécdotas personales y de insultos a las elites educativas y financieras estadounidenses es bastante divertido, pero muy difícil de leer. A continuación, te resumo las principales conclusiones de su obra:
La relación de frágil frente a antifrágil puede explicarse por oposición. A una persona frágil o a un sistema económico frágil no les gusta el azar, la volatilidad, la incertidumbre, el desorden, los errores… mientras que a las personas, instituciones y sistemas antifrágiles les encantan estas situaciones. Aprenden, se adaptan e incluso se benefician de ellas. El mensaje de Taleb al respecto está claro: rendirse al azar y, por tanto, a la vida antifrágil. Taleb parte de la tríada frágil/robusto/antifrágil para derribar argumentativa y empíricamente (a la vez que biográficamente y lleno de resentimiento) el mundo concebido para volverlo antifrágil.
En su opinión, la constante antifrágil ideal y la vara de medir para todas las comparaciones es la Madre Naturaleza. Un buen ejemplo de ello son nuestros huesos, explica Taleb. Los golpes los hacen más resistentes, y es que según la ley establecida por el anatomista y cirujano Julius Wolff en el siglo XIX, un hueso acumula y aumenta su resistencia cuando se carga. Si, por el contrario, el hueso no se carga o lo hace poco, se deteriora.
En este contexto, Taleb también se refiere al concepto de hormesis, un fenómeno observado por los farmacéuticos que establece que nos inmunizamos contra sustancias nocivas a través de la ingesta de pequeñas dosis de dichas sustancias. Las pequeñas dosis se corresponderían con la variación en nuestras vidas, sin la cual nos moriríamos de aburrimiento. Según el autor, la evolución también ama la variación y, por tanto, la volatilidad. Gracias a ella, junto con la mutación, hoy podemos leer libros como el suyo o artículos como este. Aunque el individuo pueda ser frágil, la evolución en su conjunto no lo es en absoluto.
Pero la antifragilidad no solo se encuentra en la naturaleza. Los sistemas que aprenden de los errores también son antifrágiles, como la aviación, por ejemplo. Cada avión que se estrella hace menos probable que los siguientes sufran un accidente, gracias a las lecciones técnicas que se pueden aprender de la tragedia.
Del mismo modo, según Taleb, el hundimiento del Titanic tuvo su lado bueno: gracias a esta catástrofe el transporte marítimo se hizo más seguro. Lo mismo sucede con la desgracia del reactor de Fukushima, donde un cisne negro destruyó el reactor —siendo este cisne negro la combinación de un terremoto de una magnitud que no se creía posible y el consiguiente tsunami—. En otras palabras, el reactor individual era frágil, pero los ajustes posteriores son antifrágiles. Frágil, en cambio, es la banca, donde la quiebra de un solo banco aumenta la probabilidad de que los demás quiebren en consecuencia.
Los empleados que cobran su sueldo fijo mes a mes y son despedidos al primer sobresalto también son frágiles. Los autónomos, en cambio, son antifrágiles, ya que están constantemente expuestos a una cierta volatilidad (a través de su salario cambiante).
También son antifrágiles las ciudades-estado descentralizadas en contraste con los frágiles Estados gigantes dirigidos desde un gobierno central. Para Taleb, en cuanto a Estados, el ejemplo ideal es Suiza. Suiza se caracteriza por no tener un verdadero gobierno, por no conocer utopías, por estar formada por pequeñas unidades, porque todo funciona de abajo arriba y no de arriba abajo.
La antifragilidad no es un concepto teórico ajeno al mundo, sino algo que todos podemos aplicar a nuestra propia vida. Uno puede volverse antifrágil a través de las estrategias que enseñamos en Librestado. Invirtiendo en el extranjero, usando cuentas bancarias extranjeras, internacionalizando su negocio e incluso volviéndose un Turista Perpetuo.
¿Y qué decir de un negocio como Librestado?
Nosotros somos extremadamente antifrágiles. Cuanto peor sea la situación económica, social o política de los países, más personas se interesarán por la Teoría de las Banderas y contratarán nuestras consultas y servicios.
Aquí es fundamental explicar algo que a mucha gente le cuesta comprender. Ser antifrágil o beneficiarse de las crisis no es ser un aprovechado, sino lo contrario. Significa que estás ayudando a la gente, que lo que ofreces tiene valor para otros y que por eso lo demandan en los momentos más duros. Cuanto más te compren lo que ofreces, más bien estarás haciendo. Al menos, siempre y cuando no te estés aprovechando de las situaciones de monopolio que suelen crear los Estados con sus “políticas anticrisis”.
Convertirte en antifrágil
Como ves, cualquiera puede volverse antifrágil a través de una vida global, internacionalizandose en los aspectos más importantes. Si te decides por un estilo de vida que no te ate a un país, sociedad, empresa o lo que sea fija, podrás disfrutar de montones de ventajas:
- Movilidad global: toda crisis tiene ganadores y perdedores. Como turista perpetuo, puedes visitar países que se benefician de las crisis o, por lo menos, no las sufren. No tienes que acumular comida y esconderte en un búnker casero con una escopeta en el regazo. Hay muchísimos lugares en el mundo donde se puede vivir bien con pocos recursos, incluso durante la peor de las crisis. Te garantizo que no te morirás de hambre en las regiones tropicales de América Latina y Asia, por ejemplo. Lo importante es haberse adelantado a los problemas y asegurarse un permiso de residencia o pasaporte previamente al problema.
- Gran flexibilidad: te resultará muy fácil adaptar tu vida a las circunstancias cambiantes. Serás capaz de abandonar un país de la noche a la mañana sin dejar apenas nada atrás. No tendrás que pedir permiso a nadie, ni siquiera tienes por qué decírselo a nadie. Estás preparado para actuar inmediatamente.
- Minimalismo: tus valores serán principalmente intangibles y consistirán en conocimientos, ideas y contactos. La pérdida de bienes físicos durante una crisis no te preocupará demasiado. Los valores intangibles te permiten ver las crisis como oportunidades que aprovechar.
- Estrategias offshore: en caso de un colapso a gran escala, tus activos estarán protegidos y disponibles para ser reinvertidos allí donde veas la oportunidad. Mientras que los demás no puedan sacar su dinero del país debido a los controles de capital, al gravamen masivo, a un corralito por parte de un banco o a la expropiación por parte del gobierno; tú tendrás un acceso libre y total a tus bienes, y podrás empezar una nueva vida si fuera necesario.
- Negocios: cada crisis ofrece nuevas y emocionantes oportunidades de negocio. No importa cómo te hayas ganado el pan hasta ahora, no tienes por qué seguir haciéndolo. Siempre puedes adaptarte a las condiciones cambiantes con nuevas ideas, que a menudo se basan en modelos de negocio similares a los anteriores. Puedes dedicarte a ofrecer productos o servicios que ayuden a la gente a enfrentarse a la crisis y crear un negocio de gran éxito.
Si vives de forma global, creas las condiciones óptimas para obtener beneficios incluso en las circunstancias más adversas. Da igual cuantas crisis se produzcan, ya sean desplomes económicos, guerras, asteroides o catástrofes naturales: tú no te hundes, te levantas y sigues ahí. No te derrumbarás ante desafíos repentinos, sino que disfrutarás sacando lo mejor de ti. Mientras el resto ve venir el apocalipsis sin hacer nada al respecto, tú ves las oportunidades que se avecinan y no pierdes un segundo para sacar el máximo de ellas.
Muchas personas nos preguntan sobre si creemos que todo está orquestado o no, sobre si pensamos que existe una mano oculta que nos intenta controlar. La realidad es que no lo sabemos, ni nos importa.
No hace falta que entiendas por qué ocurre lo que ocurre en el mundo para ser antifrágil, lo único que importa es que seas capaz de adaptarte a ello.
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