Vive la vida que quieres, diséñala a tu gusto y jubílate a los 30, 40 o cuando quieras

¿Cómo te gustaría vivir tu vida?, ¿qué experiencias quisieras vivir? ¿Qué te gustaría cambiar en el mundo?, ¿quieres tener hijos? ¿Has pensado alguna vez en lo que harás después de jubilarte?

Ayer cumplí mis 44 años y creo que este podría ser un buen momento para hablar de estos temas.

En mi caso, nunca he hecho muchas concesiones, al menos en cuanto a lo que realmente era importante para mí.

He viajado, me lo he pasado bien, he montado negocios a mi gusto, he trabajado siempre haciendo lo que quería, tengo mujer e hijos con los que vivo, hago cosas en las que creo y que me hacen sentir bien, me relaciono con la gente que quiero, no tengo problemas de dinero e incluso me da para invertir y asegurarme una jubilación.

Por supuesto, que haya podido hacer siempre lo que era importante para mí no significa que no haya tenido que hacer concesiones en general. Por supuesto, también yo he tenido que privarme de cosas, he tenido que esforzarme y he hecho cosas que no me apetecía hacer.

La cuestión es que he tenido la inmensa suerte de tener una educación diferente, una madre inconformista y emprendedora que me llevó junto a mi hermano al extranjero, donde pude aprender otro idioma, hacer otros amigos y conocer una cultura muy diferente a la que había vivido.

Todo esto me ha hecho capaz de pensar diferente, de entender que no hay una forma correcta de hacer las cosas, que puedes cambiar tu vida en cualquier momento y que el que la gente a tu alrededor haga o piense las cosas de un modo concreto no significa que tú también tengas que hacerlo.

Siempre me he sentido extranjero o turista ahí donde estaba. Y eso, aunque al principio me molestaba, finalmente es algo con lo que he hecho mis paces y que me ha ayudado mucho en mi vida.

Como nota aparte, no te quepa la menor duda de que aconsejaría a cualquier persona con hijos emigrar y darles la posibilidad de conocer otras culturas y, posiblemente, idiomas. De hecho, es también lo que he hecho en mi caso.

Pero no es de educación de lo que quería hablar hoy, ni siquiera sobre mi vida (al menos no sin más). El tema en el que me quería centrar es en cómo vivimos nuestras vidas y cómo podemos decidir diseñarlas a nuestro gusto.

Vivir una vida diferente

En mi caso, cuando tenía veintipocos años quería ser traductor, me monté mi propia agencia de traducción, busqué clientes y me puse manos a la obra.

Después decidí que quería vivir una vida cómoda, en la que trabajar durante la mitad del año y la otra mitad del año viajar y hacer lo que me apetecía. Me busqué un socio para mi agencia que me permitiera justamente eso y me lo pasé en grande.

Luego resultó que quería centrarme algo más en el negocio, lo hice.

Después quise centrarme en mis hijos y en darles una educación libre. Nos fuimos de donde vivíamos al lugar perfecto para ello y pasé a trabajar pocas horas al día.

Más adelante decidí con mi mujer que queríamos vivir por el mundo, sin tener un lugar fijo en el que vivir. Abandonamos todas nuestras pertenencias y nos lanzamos a la aventura…

Todo esto lo pude hacer porque nunca me creí que la vida consistiera solo en ir al colegio, sacar buenas notas, estudiar en la universidad, encontrar un trabajo fijo, comprarme un coche, casarme, tener hijos, trabajar, conseguir algún aumento, comprarme un piso, seguir trabajando durante 11 meses al año y tener 30 días de vacaciones hasta los sesenta y muchos y, luego, jubilarme. Finalmente, vivir los años que me quedasen y morir de la enfermedad que me tocase.

El que esa sea la forma normal de hacer las cosas no significa que tú también tengas que hacerlo así.

Por ejemplo, en cuanto a la jubilación.

Para mí la jubilación no existe, no es una parte de mi vida. Mi objetivo no es llegar a jubilarme para entonces empezar a vivir, no. Mi idea es vivir la vida que quiero y, en el proceso de hacerlo, alcanzar la libertad financiera, es decir, el momento en el que ya no tendré que trabajar para poder mantenerme a mí y los míos.

En mi caso, lo más seguro es que llegue a la libertad financiera antes de los 50, y eso me vale, porque estoy a gusto haciendo lo que hago, viviendo como vivo.

La cuestión para mí no es dejar de trabajar para empezar a vivir la vida que quiero, sino tener la libertad de hacer lo que quiera sin que eso me limite económicamente.

Organizando tu vida

Yo no soy una persona muy organizada, no soy alguien que se sienta y empieza a trazar un plan detallado con objetivos, tiempos y demás. Sin embargo, sí que me gusta reflexionar sobre lo que hago y preguntarme de vez en cuando si voy por el camino que realmente quiero.

Eso es precisamente lo que, creo, a todos nos vendría bien hacer de vez en cuando.

En una primera fase de la vida, no es tanto que puedas organizar tu vida a tu gusto, si no que son tus padres los que te pueden permitir tener una vida más libre y propia. Así, si tuvieras hijos pequeños o en edad escolar podrías empezar reflexionando sobre si la forma de educarles más extendida es también la más adecuada.

Por ejemplo, en lugar de seguir la moda de sobreprotegerles y darles todo hecho, puedes optar por dejarles más espacio y permitir que se den golpes (a nivel físico o psicológico) de vez en cuando. No tienes porque darles todo lo que piden, no hay porque controlar todo lo que hacen, también pueden ensuciarse, darse caerse de la bici o caer enfermos.

También les puedes dejar aprender a su ritmo. Los niños aprenden solos a caminar, a hablar, a nadar, a montar en bici… incluso a escribir, si tienes la suficiente paciencia. Yo lo he vivido en mis hijos. Dejarles aprender libremente, sin que tú dirijas su aprendizaje tiene varias grandes ventajas. La primera, que aprenden cuando están preparados; la segunda, que aprenden cuando tienen interés en aprender, de forma que no tienes que motivarles; y la tercera, que ver que han sido capaces de aprender algo por ellos mismos, les da una gran sensación de empoderamiento, de libertad y seguridad en ellos mismos.

Luego, si, por ejemplo, has salido del colegio y estás en tus dieciocho, diecinueve o veinte, ya eres tú quien puedes empezar a tomar decisiones sobre tu vida y no dependes de tus padres. En lugar de automáticamente lanzarte a hacer una carrera para que tus padres te sigan manteniendo y que toda tu familia esté orgullosa de ti, ¿por qué no coger el dinero ahorrado durante tu niñez y adolescencia o, si no te queda nada, trabajar durante 6 meses y después salir durante un año o así a conocer mundo?

Eso que en muchas familias se considera “perder el tiempo” es precisamente lo que los jóvenes necesitan, tiempo viviendo la vida, experiencias en el mundo real, fuera de lo académico y bien lejos del nido.

Trabajar durante un tiempo y viajar luego. Seguir viajando y trabajando a la vez si resulta gustarte. Vivir aventuras, hacer locuras, perder el tiempo, buscarte la vida. Encontrar amigos, perderlos, idear, emprender, ver cómo funciona realmente el mundo. Y luego, uno, dos, tres o los años que sea después, si todavía te quedan ganas, todavía puedes ir a la universidad o hacer la formación que hayas decidido que quieres y que te va a ayudar con tus objetivos.

Lo que veo en muchos becarios que he podido conocer a través de mis negocios es que lo han hecho todo perfecto, terminan sus carreras con veintipocos años, con buenas notas, pero nadie los quiere contratar. ¿Por qué? Muy fácil, no confían en ellos para puestos de responsabilidad. Por un lado, porque son muy jóvenes y, por otro, porque son demasiado inmaduros.

Otro ejemplo, has terminado tu carrera o formación y quieres independizarte. En lugar de meterte en una hipoteca y comprar un piso con ayuda de tus padres o de comprarte un coche con el dinero que has ganado después de varios meses trabajando, ¿por qué no seguir un camino diferente?

Si yo estuviera en ese caso lo primero que haría sería preguntarme cuáles son mis objetivos a corto y largo plazo. Está claro que tengo que trabajar y, por lo que veo a mi alrededor, todo el mundo tiene jefes insoportables, hacen trabajos que a menudo no les gustan, tienen horarios de mierda y además les pagan poco.

Teniendo en cuenta que vas a trabajar durante casi toda tu vida, ¿no sería interesante pensar un poco cómo podrías cambiar eso?

Tras cuatro años de carrera o los años que sean de formación, se supone que te habrán enseñado a ejercer un oficio o trabajar de algo (más o menos al menos), pero no tienes ni idea de finanzas que es lo que te permitiría maximizar el dinero ganado con tu trabajo. Eso es lo primero que yo cambiaría.

Aprendería sobre las formas de inversión, bolsa especialmente, lo que a mí me gusta son las empresas. Luego intentaría entender cómo funciona eso de los impuestos. Y, por último, me preguntaría cómo puedo ser mi propio jefe. No necesariamente cómo montar una empresa, no es necesario que tengas empleados, pero sí cómo tener un negocio que te permita trabajar a tu manera, elegir tus clientes y sacar el máximo posible de tu trabajo.

Ser mi propio jefe me permitiría estructurar mi trabajo de forma que lo pueda disfrutar o que al menos no me queme.

Y un último ejemplo. Si tengo entre treinta y cuarenta años y acabo de descubrir que existían estas opciones. En lugar de seguir como hasta ahora, me pondría en marcha. Me sentaría y pensaría, ¿qué cosas de mi vida son importantes y cuáles no? ¿Qué cosas faltan y cuáles sobran?

A lo mejor tengo una empresa que me permite tener un sueldo de 150 mil al año y unos beneficios de un millón de euros antes de impuestos. Me dejo al final, entre lo que paga la sociedad y lo que pago yo, más de la mitad en impuestos y, a pesar de ello, Hacienda me sigue molestando con sus inspecciones y sanciones.

O a lo mejor trabajo para una empresa que me paga un sueldo bruto de 120 mil al año. Por supuesto, también en este caso estoy dejándome la mitad sobre la mesa.

Quizás simplemente haría las maletas, pondría a la venta mi vivienda y me iría a otro país en el que pudiera conservar más de lo ganado. Dejaría el negocio en manos de alguien de confianza y, si es posible, empezaría a trabajar en trasladarlo a otro país, al menos en parte.

O hablaría con la empresa que me tiene contratado y les diría que me voy, que si quieren seguir conmigo tiene que ser en forma de teletrabajo o como trabajador independiente. Si una empresa está dispuesta a pagarte 120 mil al año, no te quepa duda de que puedes encontrar otra que siga pagándote bien y te permita trabajar desde otro país. Por supuesto, también podrías pensarte montar tu propia empresa y ofrecer tu trabajo así.

En cualquier caso, me iría a un país en el que no pagase (a penas) impuestos y que me permitiera ahorrar lo suficiente como para alcanzar mi libertad financiera si todavía no la he logrado. Si ya la tenía, me iría porque estaría cansado de que me roben y para asegurarme no perder dicha libertad por culpa de nuevos impuestos que puedan ir inventando en mi país de origen.

Hay mucha gente que incluso una vez alcanzada la libertad financiera sigue trabajando. Esto se puede deber a que te gusta lo que haces, pero también a que no te gusta el resto de tu vida. Si es ese el caso, ¿por qué no tomarte un año sabático, salir de tu rutina e irte a otro lugar?

Lo que tenemos que buscar es un equilibrio entre la vida que vivimos, la vida que queremos y la vida (que pensamos) que vamos a tener.

Puede tener sentido decantarse por una vida dura durante unos pocos años para luego disfrutar de una vida larga llena de comodidades, pero no al revés. Y ese es el problema que le veo a la jubilación.

Más allá de que se trate de una estafa piramidal y que con cada año que pasa las probabilidades de que estalle y deje de funcionar el sistema son mayores, el problema es que estamos canjeando los mejores años de nuestra vida haciendo algo que quizás no nos guste, por otros que a lo mejor ni siquiera podamos disfrutar.

Disfrutando tu vida

Mi padre siempre me ha dicho: “la vida está para disfrutarla”.

Esta es sin duda la máxima que debemos tener todos en cuenta. Tenemos que dejar de guardar para mañana, tenemos que dejar de aguantar lo que no nos gusta, es hora de ir más allá y arriesgarnos a disfrutar la vida hoy.

No debes conformarte con una vida aceptable o soportable. Ten en cuenta que esta es tu vida, tu única vida. Tienes que disfrutarla hoy, ayer, mañana y pasado. No puedes seguir esperando a que un día llegue tu jubilación para poder hacer lo que siempre quisiste. No puedes seguir esperando a que las cosas mejoren por si solas.

Por supuesto, no me refiero aquí a que todo en tu vida tenga que gustarte, pero todos los días tienen que contener algo que hayas podido disfrutar. Si tienes una vida en la que solo disfrutas de los fines de semana o en los que solo estás a gusto cuando has dejado de trabajar, es hora de que empieces a pensar sobre cómo puedes cambiar las piezas que no funcionan.

Sobre la libertad financiera

La clave para vivir la vida que tú quieres está en lo que decíamos antes, en diseñar una vida que se ajuste a tus necesidades, que puedas disfrutar pero, también, en trabajar en tu libertad financiera.

La libertad financiera, por si no lo tienes muy claro, se alcanza cuando no dependes de nadie ni nada para vivir la vida que quieres vivir. Cuando tus ingresos superan los gastos y, en el mejor de los casos, tu dinero gastado se repone sin necesidad de hacer gran cosa.

Los ingresos pasivos son aquí una de las claves: inversiones en bolsa, inmuebles, cripto, un negocio, royalties… Si todavía no estás familiarizado con este tema, quizás quieras echar un vistazo a nuestro ebook sobre Inversión para principiantes.

La otra pata es controlar los gastos, asegurarte de poder guardar al menos un 20% de lo que ingreses. Atención aquí, controlar los gastos no significa que debas vivir de modo austero y que no puedas permitirte lujos, simplemente significa que eres capaz de apartar una buena parte de lo que ganas y que no te metes en gastos innecesarios, que realmente no te aportan gran cosa. Si comprarte hoy un mercedes o meterte en una hipoteca o pagar la escuela o universidad más cara posible para tus hijos va a alejarte de tu objetivo de ahorrar dinero para asegurarte la libertad económica a partir de cierto momento de tu vida, piénsatelo bien si realmente es eso lo que quieres hacer.

La tercera y última pata es, por supuesto, tener cuidado con los Estados. Evitar impuestos y expropiaciones, escapar de las garras de las jurisdicciones más codiciosas y evitar el alcance de sus tentáculos puede permitirte alcanzar la libertad económica en la mitad de tiempo. Con ello te podemos ayudar en nuestras consultas Librestado.

Concluyendo

Como espero que empieces a ser capaz de ver ahora, vivir la vida que quieres no es algo que puedas dejar para mañana.

Al fin y al cabo, el tiempo no perdona y según pasan los años, perdemos la oportunidad de hacer lo que queríamos hacer. Las enfermedades, o incluso la muerte, podrían llegar antes que la jubilación e impedirte disfrutar de los frutos de tu esfuerzo. De nada sirve ahorrar y guardarse lo mejor para el final si el final consiste en vivir postrado en una camilla, aburrido y sin ganas de vivir.

Si no quieres vivir una vida gris encerrado en una oficina, contando los minutos hasta que llega el fin de semana y esperando hacer lo que realmente quieres dentro de unas décadas, cuando te hayas jubilado, siempre estás a tiempo de cambiar de rumbo.

Diseñar la vida que quieres es la clave. En lugar de conformarte y dar por bueno lo que hace la mayoría, puedes reflexionar sobre lo que realmente es importante para ti y estructurar tu vida según ello. Puedes empezar a vivir ya la vida que quieres.

Sí, es verdad, quizás tengas que tomar algunas decisiones difíciles ahora, pero a cambio todo lo demás empezará a funcionar como realmente quieres.

No debemos resignarnos al conformismo que la sociedad intenta imponernos. No tenemos que ir a la escuela y después a la universidad. No tenemos que conseguir nuestro primer empleo tras graduarnos y trabajar de 9 a 6 todos los días, a la espera de un ascenso que nos haga trabajar aún más. No tenemos por qué vivir una vida que no queremos. Podemos desentendernos de lo que la sociedad espera de nosotros. Solo necesitamos un cambio en nuestra mentalidad…

Ayer cumplí 44 años y hoy dejo aquí esta reflexión sobre mi situación y mi camino hasta aquí, pero, sobre todo, sobre lo que cualquiera puede hacer para vivir la vida que quiere.

Personalmente, estoy donde quiero estar y voy hacia donde quiero ir, estoy decidido a no soltar las riendas de mi vida. Para ello, he llevado una vida diferente de la que se espera de un miembro más de la sociedad, pero, ¿a quién le importa?

¡Porque tu vida es tuya!

1 comentario en «Vive la vida que quieres, diséñala a tu gusto y jubílate a los 30, 40 o cuando quieras»

  1. Buenas, escribo este breve comentario como forma de agradecimiento al blog, desde un portátil de 8 años que ha sido mi mejor maestro, precisamente por darme acceso a este tipo de contenido, que tan buena perspectiva sobre la libertad del individuo aporta.
    Abandono una carrera como finanzas y parto el mes que viene a trabajar como jornalero en Finlandia. Serán meses de trabajo físico y de preparar la mente para un fin mayor. Para ello cuento con Victor Frankzl, Sapolsky, Marcos Váquez y Yuval Noah Harari. Todos ellos recomendación de gente que dominó su mente para alcanzar los propósitos que quería en vida.
    Después de Finlandia me estableceré en algún rincón del sudeste asiático, para continuar desarrollando habilidades de inversión por internet, se agradecen recomendaciones.
    De nuevo gracias, aquí hay uno que intentará ser libre. Como dijeron los griegos hace miles de años, disfrutemos la vida señores!

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