Hoy te vamos a explicar cómo puedes sacar el máximo de tu vida eligiendo correctamente la jurisdicción en la que te casas y en la que nacen tus hijos.
Estamos de acuerdo en que está bien intentar ahorrarse impuestos viviendo o montando tu empresa en la jurisdicción adecuada, pero, ¿deberías tratar de sacar provecho o evitar pérdidas por tu situación familiar o amorosa poniendo en práctica una estrategia de internacionalización inteligente?
Al final, cada uno tiene que encontrar su propia respuesta a esa pregunta, en este artículo, lo que queremos es mostrarte brevemente las oportunidades que existen en este sentido. Muchas de las opciones no son tan raras. De hecho, ha salido el tema en más de una consulta. No se trata de perjudicar a tu cónyuge o hijos, sino, en la mayoría de los casos, de aprovechar la situación para crear más oportunidades.
Jurisdicción para el matrimonio
El matrimonio entre personas de diferentes países puede ser un tema más complicado de lo que uno podría pensar de primeras. Esto se debe a que los diversos sistemas jurídicos del mundo se diferencian no solo en términos del sistema impositivo. El derecho matrimonial se regula también de manera diferente en muchos países.
Para una pareja de recién casados, la jurisdicción en la que se casan es crucial, especialmente en lo referente al régimen de bienes en el matrimonio. Pues este regula cómo se debe proceder con los bienes comunes en caso de divorcio o fallecimiento de uno de los cónyuges.
El único problema es que muchas jurisdicciones se apoyan en sistemas jurídicos diferentes y, bajo ciertas circunstancias, el derecho del país elegido para contraer matrimonio no se reconoce en otros países. Aunque teóricamente puedes aprovechar ciertas ventajas en la legislación matrimonial de un país, puede que tengas que prescindir de ellas en tu país de origen o residencia.
Por ejemplo, en casi todos los países de la antigua Unión Soviética, celebrar ante notario unas capitulaciones matrimoniales es inadmisible. Cualquier persona que contraiga matrimonio en España bajo ley española, pero luego se traslade con su cónyuge a Rusia, tendrá que contar con que las capitulaciones matrimoniales dejarán de ser válidas. Las únicas excepciones que están más en línea con el sistema legal occidental son los tres estados bálticos de Lituania, Letonia, Estonia y Hungría.
En países con una tradición de common law (derecho anglosajón), sobre todo Estados Unidos y Gran Bretaña con todas sus antiguas colonias y territorios de ultramar actuales, la residencia es la clave del régimen de bienes en el matrimonio. No tener residencia también es relevante en relación con los impuestos en muchos países de habla inglesa, los llamados sistemas non-dom. En términos de derecho familiar, la última residencia del marido suele ser decisiva. Suele tratarse del país de origen de su padre u otro país donde haya pasado al menos 17 años.
Generalmente, el derecho anglosajón ni siquiera conoce el concepto de bienes matrimoniales, sino que siempre parte de la separación de bienes. Esto significa que una pareja casada no tiene un patrimonio común, sino que a cada uno le pertenece lo que haya aportado al matrimonio y lo que adquiera después. Sin embargo, en caso de divorcio, un tribunal puede determinar según su criterio una compensación que hoy en día puede equivaler a la mitad del patrimonio conyugal.
Al final lo importante es la competencia judicial del proceso de divorcio. Si la competencia reside, por ejemplo, en países con comunidad de bienes completa (Sudáfrica, Namibia, etc.), los bienes disponibles antes del matrimonio también se incluyen en el reparto.
Los bienes prematimoniales, sin embargo, están protegidos por el llamado régimen de gananciales, sobre todo en los nueve estados de EE.UU. que colonizaron los españoles, mientras que el derecho de familia en los otros está sujeto a la separación de bienes del derecho anglosajón.
También se aplica una estricta separación de bienes en los países con tradición de derecho anglosajón que aplican la ley islámica a los musulmanes en el país. Ejemplos de ello serían Malasia, India y Pakistán.
En la ley islámica se aplica por lo general la separación completa de bienes, donde tras la disolución del matrimonio la mujer solo tiene derecho al llamado regalo de tornaboda, que su marido aporta al casarse. La mitad de este regalo pasa inmediatamente a ser de la mujer, mientras que la otra mitad pasa a sus manos después de una eventual separación. También puede recibir manutención, pero solo mientras le esté prohibido volver a contraer matrimonio (tres períodos de menstruación desde la separación). El punto de partida de la ley de matrimonio islámico es la nacionalidad del marido, es decir, un ciudadano de un estado islámico normalmente estará sujeto al derecho matrimonial islámico, sin importar donde resida.
Las cosas son diferentes en el sistema legal alemán, que se asemeja al de otros países como Grecia, Taiwán y Turquía. En Alemania, Austria, Grecia y Taiwán, por ejemplo, se aplica el régimen de participación en los gananciales, mientras que en Suiza y Turquía se aplica el régimen de gananciales. El régimen de participación supone que, una vez finalizado el régimen económico matrimonial, se calculan los bienes que cada uno de los cónyuges ha adquirido durante el matrimonio. El cónyuge que haya ganado más deberá pagar la mitad del excedente (en Grecia un tercio) en efectivo al otro cónyuge.
El régimen de gananciales de Suiza y Turquía sigue un principio similar, pero no incluye un aumento del valor de los bienes iniciales. El punto de partida del derecho vigente es también el derecho de residencia de los cónyuges, salvo en Suiza, donde es relevante la residencia en el momento del matrimonio. Normalmente en todos estos países es posible celebrar unas capitulaciones matrimoniales.
En la mayoría de los demás países del mundo está vigente la ley francesa, que está fuertemente influenciada por el «Código Napoleónico». Esto incluye a Europa del Este después del final de la Unión Soviética y muchos países africanos y latinoamericanos.
En todos estos países se aplica el llamado régimen de gananciales, que supone que los bienes adquiridos durante el matrimonio se deberán dividir a la mitad en caso de divorcio. Los bienes adquiridos antes del matrimonio no se tocan. Además, las capitulaciones matrimoniales no son válidas en la mayoría de estos países. Esto se aplica especialmente a Argentina, Paraguay, Bolivia y países de la antigua Unión Soviética. En otros países estas capitulaciones solo pueden utilizarse antes del matrimonio o incluso solo bajo la aprobación del tribunal (como los Países Bajos y Portugal).
Otros países de América Latina a su vez se desvían más del Código Napoleónico, que fue adoptado en su mayor parte por los españoles y rápidamente introducido en la mayoría de países latinoamericanos. Por ejemplo, algunos estados federales de México, Nicaragua y Honduras todavía tienen una separación de bienes completa sin reclamo de compensación legal en caso de divorcio.
Finalmente, los países escandinavos, que combinan elementos del common law británico con el legado del derecho civil del continente, forman por sí solos un subgrupo. Para aplicar la ley es decisiva la residencia del esposo en el momento del matrimonio. Se procede a través de una comunidad de bienes diferida en la que rige la separación de bienes durante el matrimonio, pero en caso de fallecimiento o divorcio, corresponde realizar una compensación económica. En general, esto también se extiende a los bienes de la pareja antes del matrimonio, a menos que se acuerde lo contrario en unas capitulaciones matrimoniales aprobadas.
A grandes rasgos, se puede decir que en general, a nivel internacional, solemos encontrarnos con algún tipo de repartición de bienes en caso de divorcio, pero a menudo también se permiten capitulaciones matrimoniales con condiciones alternativas.
Las separaciones de bienes más extremas, en las que se discrimina a las mujeres, predominan en países islámicos y algunos latinoamericanos como Nicaragua, Honduras y México, mientras que en antiguos países comunistas y de América del Sur se mantienen principalmente los regímenes de gananciales y casi no se permiten las capitulaciones matrimoniales con condiciones alternativas.
Si a alguien no le hace gracia todo esto, también podría casarse a través de la innovadora tecnología blockchain que permite transferir las promesas matrimoniales a un registro público en el que no se pueden manipular ni eliminar. Custodio del matrimonio podría ser un mediador (que por supuesto también puede dirigir la verdadera ceremonia).
El matrimonio solo se podría anular si lo desean ambos cónyuges o si el mediador entiende que hay una razón plausible para el divorcio por parte de uno de ellos.
Solo se debería emplear mediadores que juzgan de forma sensata y justa. Aunque el Estado no reconozca estos matrimonios blockchain, puede ser una alternativa para quienes no quieran casarse por el Estado pero que sí que deseen firmar un contrato con su pareja.
Ciudadanía a través del matrimonio
Y Así pasamos al siguiente tema del artículo de hoy, obtener segundos pasaporte a través del matrimonio.
El matrimonio no solo es una gran oportunidad para definir los derechos de las partes en cuanto a lo económico y los hijos, sino que si el cónyuge procede de un país «interesante», a la otra parte le resultará más fácil conseguir una nacionalidad adicional.
No deberías buscar qué jurisdicción te conviene basándote solamente en el matrimonio. Eso sí, no se trata de un proceso inmediato, generalmente tendrás que pasar un tiempo mínimo en el país de tu cónyuge.
Así, si quisieras como español que tu pareja consiguiera tu nacionalidad, tendríais que tener vuestra residencia principal durante un tiempo en tu país, generalmente un año (más el tiempo de tramitación, que puede fácilmente suponer otro año más) es suficiente. Esto implica que durante ese tiempo, tendréis que pagar impuestos en dicho país.
En Alemania, por ejemplo, tendrías que vivir tres años completos con tu cónyuge nacional para poder adquirir la nacionalidad alemana.
Pero hay otros países en la Unión Europea en los que el proceso es más rápido. En Irlanda o Portugal, por ejemplo, solo es necesario vivir un año después de casarte con uno de sus ciudadanos para que te den la nacionalidad. Ocurre algo parecido en la mayoría de países de América Latina colonizados por españoles y portugueses en el pasado. En Brasil y Belice se requiere solo un año, en Colombia, México y muchos otros países latinoamericanos, dos años. Argentina te permite solicitar la nacionalidad como cónyuge de un nacional tan pronto como te conviertes en residente.
Brasil además tiene una excepción especial en la que, si un niño nace allí, será ciudadano brasileño de nacimiento, y al año uno de sus padres, o ambos, podrían conseguir la nacionalidad brasileña. Todo lo que tienes que hacer es criar al niño en el mismo Brasil o, en su caso, pagarle la manutención a la madre.
Otro caso especial es el de Israel, donde si te casas con un judío por lo general conseguirás la nacionalidad israelí. Además de convertirte a la fe judía existe también la posibilidad de que tengas que realizar el servicio militar durante dos años. Esto deberían tenerlo en cuenta en especial las parejas jóvenes.
En general, depende de tu propia nacionalidad el que se te permita tener otra. Si bien las nacionalidades múltiples no son un problema para los ciudadanos suizos, los alemanes y los austríacos no lo tienen tan fácil. Deben en general poder justificar la necesidad de adquirir nacionalidades adicionales.
Los alemanes y austriacos que adquieran segundas nacionalidades fuera de la Unión Europea, deberán realizar una llamada solicitud de mantenimiento para no perder automáticamente la nacionalidad original al adquirir una nueva.
La solicitud de mantenimiento debe justificar que todavía tienes conexiones con país de origen, así como mostrar qué beneficios tendría la ciudadanía adicional. Sin embargo, si la nacionalización se realiza a través de la residencia y el cónyuge, lo más probable es que también acepten la solicitud de mantener tu otra nacionalidad. Por el contrario, la ciudadanía económica, es decir, la adquisición de segundas ciudadanías por donación o inversión (compra de una nacionalidad), tiende a reducir esas posibilidades a cero.
Permiso de residencia en la UE para cónyuges
Si por alguna razón tu cónyuge no puede adquirir tu nacionalidad (por ejemplo, porque no queréis vivir tiempo en tu país de origen o porque falta algún documento imprescindible), vivir en juntos en ciertas partes del mundo podría hacerse más complicado. Así por ejemplo el caso de la Unión Europea.
Aunque tu cónyuge del sudeste asiático tenga en principio derecho a vivir contigo en tu país de origen, es posible que no te lo pongan fácil si no es mediante un permiso de residencia. Si tu cónyuge es tailandés o filipino, necesitará una visa para acceder a países como España, pero cada vez las autoridades ponen más pegas para concederla.
Se le denegará la entrada sin importar si el cónyuge español es un emprendedor de éxito y puede cubrir los costes de manutención y de regreso. Cada vez son más frecuentes las parejas que se encuentran en estas situaciones y que al final tienen que pasar por el aro y tramitar la residencia fiscal en el país para así poder tramitar la ciudadanía.
Si queréis poder pasar tiempo en la UE, pero sin llegar a convertiros en residentes fiscales, existen varias vías.
En el caso de parejas con suficiente poder económico, pueden plantearse adquirir mediante inversión o donación un segundo pasaporte en algún país que permita la entrada sin visado en la UE.
La adquisición de un pasaporte caribeño puede ser en ese sentido una buena opción. La donación a partir de los 100.000 $ o una inversión de más de 250.000 $ permite la entrada sin visado a la UE, pero, de nuevo, el tiempo máximo de estancia es de seis meses al año. En este sentido, el pasaporte maltes puede ser una opción que os dé más libertad, aunque sus costes también son mayores, 750 mil euros + 12 meses de residencia en el país entre otros requisitos.
Si quieres total libertad, muchos países del sur de Europa, que también son atractivos para vivir, ofrecen la opción de conseguir un visado que te da acceso libre al país (e indirectamente a la UE). A cambio de una inversión inmobiliaria, los ciudadanos de fuera de la UE obtienen un permiso de residencia permanente e ilimitado en un país de la UE, pero no están obligados a vivir allí. Esta opción, también conocida como «Golden Visa», se debe distinguir de los permisos de residencia temporales, que son más fáciles y baratos de obtener, pero requieren una residencia mínima de medio año
Las Golden Visas suelen adquirirse con la compra de una propiedad a partir de determinado valor, medio millón de euros generalmente.
Muchos de los complejos que se publicitan en los folletos más glamurosos en el sur de Europa se acaban construyendo mediante dichas inversiones. Por una inversión de 300.000 € se puede obtener un permiso de residencia ilimitado en Chipre. Se necesitan seis años para conseguir la nacionalidad, pero los costes son mucho más razonables que tener que poner directamente 2,5 millones de euros sobre la mesa para poder comprar la nacionalidad chipriota.
Dado que un permiso de residencia ilimitado a través de una «Golden Visa» no te convierte de por sí en residente fiscal, no tiene por qué preocuparte los impuestos que se pague como residente.
Hasta comienzos de 2017, Hungría era, con mucho, el país más barato en el que se podía obtener un permiso de residencia ilimitado. Bastaba con una inversión de 50.000 euros. Tras la suspensión de este programa, las opciones más económicas ahora son de 250.000 € en Letonia (excluye actualmente a rusos y bielorusos) y Grecia.
Como decíamos, también puedes optar por hacer una inversión inmobiliaria de 300 mil euros en Chipre para hacerte con su Golden Visa. En España y Portugal la inversión deberá ascender a un mínimo de 500.000 € (en el caso de Portugal, si el inmueble cumple ciertos requisitos, 350 mil euros pueden ser suficiente).
Por último, tienes también la opción de invertir 500 mil euros en bonos del Estado en Bulgaria o puedes decantarte por invertir en un negocio (1 millón de euros) o inmuebles en Irlanda (2 millones de euros) entre otras opciones.
Todos ellos son países en los que puede ser interesante mantener una propiedad vacacional. Eso sí, si quieres hacerlo, es importante realizar la inversión a través del cónyuge de fuera de la UE para que este pueda viajar más libremente.
Turismo de nacimiento
Para muchos, el que una persona tenga cinco o más nacionalidades, puede resultar extraño. Sin embargo, resulta que tampoco es algo tan inusual o difícil. Ya solo con que los padres sean ciudadanos de diferentes países y vivan en un tercer país, es muy fácil que sus hijos crezcan teniendo derecho a tres ciudadanías. Adicionalmente, si algún padre o abuelo de los padres resulta ser de otra nacionalidad, rápidamente nos podríamos encontrar con esa situación.
Esto es posible gracias al derecho de nacionalidad después del nacimiento, que se puede dividir en dos grandes subcategorías en todo el mundo: ius sanguinis e ius solis.
Ius sanguinis se refiere al «derecho de sangre» y prevalece en casi todos los países europeos, asiáticos y africanos. Ius Sanguinis significa que los niños automáticamente obtienen la ciudadanía de sus padres, sin importar dónde nazcan. Por lo tanto, los hijos de una pareja formada por un miembro alemán y otro español, por ejemplo, siempre obtendrán automáticamente tanto la ciudadanía alemana como la española.
Por otro lado, si el primer hijo nace en Canadá, por ejemplo, también obtendrá la ciudadanía canadiense. Si, por el contrario, la hija nace en Argentina, se convertirá en ciudadana argentina. Esto se debe a que estos países no solo otorgan la ciudadanía por descendencia, sino también por nacer allí.
Ius solis se refiere a «la ley de la tierra» y considera que la jurisdicción del nacimiento es determinante para la ciudadanía. La ius solis se aplica en casi todos los países de América Latina y el Caribe. Además, Canadá y Estados Unidos generalmente otorgan la ciudadanía según el principio territorial.
Por eso, en Estados Unidos, no se permite entrar a mujeres con embarazos avanzados, para evitar los llamados «anchor babies» (bebés ancla), que permitirían a los inmigrantes ilegales residir en Estados Unidos a largo plazo. Pero, de todas formas, ¿quién querría darle a su hijo impuestos de por vida por su nacionalidad desde el nacimiento? (¡Ten en cuenta que en Estados Unidos existe la tributación por nacionalidad!)
Además de en el Caribe y Latinoamérica, la ius solis pura solo se aplica en Tanzania, Pakistán y Lesoto. Por otro lado, también hay otros países atractivos que otorgan la nacionalidad solo con que al menos uno de los padres sea ciudadano o incluso residente permanente. Este es el caso de las únicas dos excepciones latinoamericanas, Chile y Colombia, y de las atractivas nacionalidades de Nueva Zelanda y Australia, además de las de Hong Kong, Malasia y Sudáfrica.
La nacionalidad más recomendable depende de las preferencias personales. Por lo general, son bastante populares la canadiense y la de los países sudamericanos Argentina, Uruguay o Brasil. La ciudadanía de cualquiera de estos países aporta a los allí nacidos un alto grado de libertad de viaje a más de 150 países, además de disponer de excelente atención durante el parto. De todas formas, deberías tener cuidado en algunos casos como el de Canadá, que podría ser el siguiente país en sumarse a la tributación por nacionalidad que aplica EE.UU.
Para algunos padres, parece estar de moda no inscribir el nacimiento de sus hijos en ningún sitio. Sin embargo, esta falta de nacionalidad es un gran problema para los descendientes y les privará de muchas oportunidades en sus vidas. Al contrario, es mejor darles la opción de tener varias nacionalidades en el momento del nacimiento y que luego puedan deshacerse de ellas en el curso de su vida si así lo desean.
Si se planea estratégicamente el nacimiento para que ocurra en un país con ius solis, los padres tendrían mucha más facilidad para adquirir un permiso de residencia legal en dicho país, además de regalar a sus hijos una ciudadanía adiconal.
Pese a que los países que aplican la ius solis son países de inmigración típicos y no tienen restricciones demasiado duras, un “bebé ancla” puede facilitar el proceso de inmigración y lograr que te admitan en el país que desees. En particular, puede servir en países donde la inmigración es técnicamente más difícil, como Estados Unidos y Canadá.
Por supuesto, entre todas estas consideraciones no debes olvidar el bienestar del niño. Sin embargo, se puede tener un nacimiento sin complicaciones no solo en los países de origen, sino también en los países del norte, centro y sur del continente americano. Solo deberías preguntarte si tu seguro de salud cubre los costes en terceros países o cuánto te costaría asumirlo tú.
Normalmente, debido a que la tasa de natalidad será mucho más alta que en los países de origen, es de esperar que el servicio sea mejor y el coste menor.
Concluyendo
Ya sea que te decantes por hacer turismo de nacimiento o turismo de matrimonio, como ves, internacionalizar tu vida aplicando la teoría de las banderas puede aportarte mucho.
Por supuesto, también puedes casarte del modo tradicional con una persona de tu misma nacionalidad y conforme al derecho de tu país natal, y traer hijos al mundo en ese entorno familiar. Pero siempre es interesante tener en cuenta las opciones que nos ofrece este mundo cada vez más globalizado.
Como siempre ocurre con la teoría de las banderas, depende de lo que tú decidas. No dejes que sea la moral de otros la que decida sobre tu vida. Brindar a tus hijos la oportunidad de tener varias nacionalidades, haciéndolos mentalmente “apátridas” desde que nacen, puede ser una muy buena opción.
Si quieres que te ayudemos con la adquisición de nuevas ciudadanías o a decidir cuál es la mejor forma de aplicar la Teoría de las Banderas a tu vida y matrimonio, puedes contratar una consulta Librestado.
Por otro lado, si de momento solo quieres más información sobre las opciones para conseguir un pasaporte adicional, quizás quieras echar un vistazo a nuestra Enciclopedia de Segundas Nacionalidades.
¡Porque tu vida es tuya!