La Tierra

Existen en el mundo, según como se quiera contar, hasta 206 Estados independientes, con autonomía total para decidir su sistema fiscal y política de impuestos. Así los hay que despojan de una buena parte del dinero a sus súbditos, pero también otros que no lo hacen así.

En 23 países del mundo no existen impuestos directos, y en unos 50 más es posible optimizar impuestos según el caso hasta llegar al punto de no pagar nada. Resulta que existen sistemas fiscales en el mundo que se diferencian en mucho del de tributación por residencia que conocemos de España y otros países europeos.

En este artículo vamos a introducirnos en los 4 tipos de sistemas fiscales que de forma aproximada se pueden diferenciar en el mundo.

Que en un país no pagues impuestos no lo convierte de primeras en la mejor opción, aparte de factores más subjetivos como el de la calidad de vida, también hay otros bien objetivos como es la facilidad de emigrar a dicho país.

Este artículo no debe entenderse como un listado exhaustivo de todos los países, más bien trata de dar una idea global mostrando diferentes ejemplos. Como suele suceder en estos casos, hay algunos casos que he simplificado para la mejor comprensión de los principios detrás.

Cuatro sistemas fiscales del mundo

A grandes rasgos, en el mundo se pueden identificar dos tipos de sistemas fiscales, que en algunos países se combinan en dos sistemas mixtos: la tributación por residencia y la tributación territorial. Estos sistemas combinados han resultado en el sistema “non-dom” (no-domiciliado), de inspiración anglosajona. Por último, queda el grupo de los países con sistemas sin impuestos directos.

El sistema fiscal más ampliamente implantado en el mundo es la llamada tributación por residencia. En principio, la tributación por residencia implica que deben abonarse los impuestos correspondientes al país de residencia por los ingresos generados en cualquier parte del mundo.

En contraposición a esto, existe otro sistema fiscal, difundido principalmente en los países en desarrollo: la tributación territorial. Este tipo de tributación estipula que solo están sujetos a impuestos los ingresos obtenidos dentro del país. Los ingresos obtenidos en el extranjero, en cambio, están exentos de impuestos.

Un tipo mixto es el llamado sistema non-dom, conocido sobre todo en Gran Bretaña y en sus antiguas colonias. Aquí, los ciudadanos tributan como en el sistema de tributación por residencia, sin embargo, los extranjeros pueden disfrutar de las ventajas de la tributación territorial.

Pero en la mayoría de los casos se aplica la cláusula de transferencia, esto es, que los ingresos procedentes del extranjero solo estarán libres de impuestos si no se transfieren al territorio nacional. Asimismo, en esos Estados por lo general hay que añadir las contribuciones a la seguridad social.

Independientemente de los tres sistemas mencionados, también existen Estados que no imponen ningún impuesto directo. No obstante, estos países, que en general son pequeños e insulares o bien monarquías ricas en petróleo, suelen poner muy difícil a los inmigrantes instalarse en su país.

Por otra parte, existen muchos países que en un sentido amplio podrían inscribirse dentro de uno de los dos sistemas, pero que presentan algunas excepciones. Por ejemplo, hay países que reducen la carga fiscal a partir de una determinada suma (como en la Isla de Man) o en los que deben tributar solo algunos ingresos generados en el extranjero, como los intereses y dividendos (por ejemplo, Uruguay).

En relación con los sistemas fiscales, es importante la existencia de leyes tributarias internacionales en los respectivos países. Así, una tributación por residencia reducida puede seguir siendo atractiva siempre que sea posible gestionar sin complicaciones empresas extranjeras libres de impuestos. Sin embargo, muchos países con tributación por residencia ―en particular los países con alta carga fiscal― han promulgado leyes tributarias internacionales con el fin de evitar esta posibilidad de evasión.

La tributación por residencia

La tributación por residencia es el sistema fiscal más extendido en todo el mundo y se aplica en unos 130 países. Si en un determinado país existen deberes impositivos por estar empadronado o por tener residencia habitual, esto es, si se tiene un domicilio fijo, el ciudadano deberá abonar impuestos por los ingresos obtenidos en cualquier parte del mundo.

Si posee una empresa en el extranjero, deberá continuar pagando impuestos por los ingresos del reparto de dividendos o por percibir un salario. Si, en cambio, la empresa tributa de forma local, estará regulada por las leyes tributarias internacionales (CFC-Rules).

En muchos países con alta carga impositiva, a partir de una determinada participación de sus residentes fiscales en empresas extranjeras que disfrutan de cargas impositivas en el país extranjero menor a lo común (por debajo del 10-15%), o si dichas empresas se administran desde el país de residencia, también tributan de forma local, esto es, según los tipos impositivos para las sociedades locales del país con alta carga impositiva.

Sin embargo, solo unos 45 países tienen leyes tributarias internacionales. Esto significa que casi 85 países ―la mayoría en todo el mundo― tienen un sistema de tributación por residencia, en el que las empresas extranjeras pueden gestionarse sin complicaciones y libres de impuestos.

Dado que hay muchos países que no consideran el pago o la retirada de efectivo de la cuenta del negocio una forma de reparto de beneficios encubierta (o en los que el intercambio de información entre bancos y Estado es bastante deficiente), en muchos casos no es necesario el reparto de dividendos o pago de un salario sujetos a impuestos, o solo se requiere de forma limitada. Aunque dados los reducidos impuestos por residencia en estos países (del 5 al 15%), tampoco debería ser demasiado doloroso pagarlos.

Así pues, como empresario puede ser una buena opción emigrar a un país con tributación por residencia, siempre y cuando no existan leyes estrictas a la tributación internacional. Pues muchos países con tributación por residencia, pero sin leyes tributarias internacionales, pueden resultar muy atractivos para vivir.

También en Europa y en la UE existen muchos países con tributación por residencia pero sin leyes tributarias internacionales. Suiza, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, así como la mayor parte de los Estados del sureste de Europa, constituyen oportunidades muy interesantes para los empresarios a fin de reducir considerablemente los ingresos sujetos a impuestos.

Países como Montenegro, con una tasa fija de impuestos del 13%, pueden competir perfectamente con países libres de impuestos directos que ocasionan gastos mayores para conseguir la residencia o tienen gastos de seguridad social considerablemente más altos, como algunos Estados non-dom. Asimismo, en el ámbito internacional no se deberían descartar de antemano países como Chile, Colombia o Ucrania, en los que rige la tributación por residencia.

La tributación territorial

Los países con tributación territorial son los más atractivos para empresarios que no están atados a ningún lugar. Pues en estos países solo se tributa por los ingresos obtenidos dentro del país. Esto significa que quien, residiendo en ese país, gane su dinero en otros países, podrá hacerlo libre de impuestos.

Lo esencial es que los ingresos extranjeros se obtengan a través de empresas extranjeras. Quien registre una empresa de forma local en el país deberá abonar el impuesto de sociedades. Los ingresos obtenidos de forma local no constituyen ingresos extranjeros, por lo que estarían sujetos a tributación.

En este contexto es importante distinguir si la tributación territorial se aplica al ámbito personal o solo a las empresas.

Muchos países en desarrollo, pero también Estados como Marruecos, Estonia o Singapur, estipulan la tributación territorial solo para el ámbito empresarial.

Esto significa que una sociedad en esos países no abonará impuestos por una sucursal situada en otro país también libre de impuestos, o que en determinadas condiciones podrá transferir beneficios libres de impuestos. Sin embargo, en este caso tendría que existir otra empresa como filial o una sucursal con sede comercial en otro país.

Quien simplemente realice ventas en otro país, por lo general no podrá acogerse a la tributación territorial.

Para este artículo solo son relevantes los Estados con tributación territorial para personas, de los cuales existen 40 países en todo el mundo. Entre los más apreciados se cuentan Filipinas, Hong-Kong, Paraguay, Nicaragua y Panamá. Aunque también merece la pena tener en cuenta países como Namibia, Georgia, Malasia o Guatemala.

Para que la tributación territorial pueda aplicarse de forma efectiva, estos países renuncian también a las leyes de tributación internacional.

Quien tenga su domicilio en Panamá, por ejemplo, podrá realizar negocios en Alemania  con una empresa estadounidense sin complicaciones y estará exento de tributar por todos sus beneficios.

El hecho de que muchos países con tributación territorial sean países en desarrollo tiene ventajas y desventajas. Por un lado las infraestructuras y la criminalidad pueden ser un problema en muchos de esos países, pero por otro, además de estar exento de impuestos, también te puedes librar de las contribuciones a los seguros sociales.

Especialmente los países más pobres han introducido variados programas que facilitan bastante la obtención de un permiso de residencia. Aparte de mucho papeleo, países como Paraguay, Filipinas o Panamá solo exigen ingresar unos pocos miles de dólares en una cuenta bancaria local.

En otros países, que ya han reconocido hace décadas las ventajas de la tributación territorial, la situación es diferente en la actualidad. Quien desee establecer su domicilio en Hong-Kong deberá invertir al menos medio millón para obtener el permiso de residencia. Y algunos Estados, como Tailandia, por ejemplo, prácticamente no conceden permisos de residencia oficiales, por lo que los inmigrantes deben arreglárselas con saliendo y entrando del país (visa-run).

Sin embargo, aún existen Estados con tributación territorial y sin aporte a la seguridad social a los que es relativamente fácil emigrar. En muchos casos presentan la ventaja adicional de que para mantener la residencia no es necesario cumplir con una estancia de medio año.

En unos pocos países, después de obtener la residencia permanente es posible abandonar el país durante años sin perder el estatus de residente legal. A menudo, como en el caso de Belice o Uruguay, el requisito necesario es residir unos nueve meses en el lugar en el primer año de solicitud.

Uruguay, por ejemplo, tiene una forma especial de tributación territorial. Así, los empresarios pueden ganar su dinero en el extranjero libre de impuestos, pero deben tributar los intereses y los dividendos extranjeros al 12%.

También existen excepciones similares en otros países. Por ejemplo, en Filipinas y en Cuba la tributación territorial solo se aplica a extranjeros, mientras que los nacionales están sujetos a la tributación por residencia. Únicamente en Corea del Norte ―que incluimos al margen como anécdota curiosa― esto funciona a la inversa.

Algunos países con tributación por residencia, como la República Dominicana, ofrecen programas especiales para jubilados y pensionistas a partir de una determinada edad que deseen disfrutar de un retiro libre de impuestos.

Una combinación interesante de la tributación territorial y la tributación por residencia es el sistema non-dom, que analizaremos a continuación.

El sistema non-dom

El sistema non-dom proviene del derecho inglés, que diferencia entre domicilio y residencia. Dicho de forma sencilla, “domicile” es el país en el que pasas la mayor parte de tu vida y en el que tienes intención de morir. Generalmente se usa el país de procedencia del padre para fijarlo. En cuanto a la “residence”, se trata del lugar en el que tienes tu residencia en algún momento concreto de tu vida.

Si tienes tu residencia en un país que aplica el sistema non-dom y no se trata de tu “domicile” (non-domiciled), entonces podrás disfrutar de una especie de tributación territorial. En la práctica, todo extranjero es un non-dom y los nacionales no. Dado que los Estados que aplican este sistema non-dom son muy parecidos culturalmente, si provienes de uno y no puedes aprovechar el sistema non-dom allí, emigrar a otro de estos países puede ser una buena opción.

Cuando tienes el estatus de non-dom es como si se te aplicara un tipo de tributación territorial, mientras que los nacionales solo pueden acogerse a la tributación residencial.

Esto es especialmente interesante en combinación con las leyes de tributación internacional que existen en algunos países non-dom, como Reino Unido. Estas leyes solo se aplican sobre los nacionales, pero no sobre los non-doms.

El sistema non-dom se diferencia por lo tanto del sistema de tributación territorial en que son de aplicación ciertas condiciones extraordinarias, la llamada cláusula de transferencia (Remittance Base). Los ingresos del extranjero no están sujetos a impuestos siempre y cuando no se transfieran ni introduzcan en el país.

Esto significa en la práctica que hay que evitar grandes flujos de ingresos en la cuenta nacional, ya que estos tendrían que tributar al tipo impositivo que tocase. Todo el dinero que permanezca en las cuentas extranjeras queda sin impuestos.

La retirada de dinero del cajero o el pago con tarjeta de crédito de dichas cuentas extranjeras no constituyen introducción de dinero en el país (siempre y cuando no se produzcan en el país de residencia), de modo que tampoco hay que pagar impuestos sobre estas cantidades.

En la práctica no podrás evitar la entrada de dinero en el país de tu residencia, ya que tendrás que pagar el alquiler y seguros sociales, además, si no introduces nada de dinero, no podrás demostrar de forma creíble que estás viviendo allí. De todas formas, los impuestos se mantienen en unos rangos razonables.

Los 3 países en Europa que aplican un sistema non-dom clásico son Reino Unido, Irlanda y Malta (aquí puedes leer sobre ellos). Fuera de este continente tienes también las antiguas colonias británicas, tales como Barbados en el Caribe o Mauricio en el océano Índico entre otras.

En ellos, un español, mexicano o argentino podría vender en Alemania facturando a través de su empresa libre de impuestos en Dubai (siempre y cuando las ventas en Alemania no supusieran un porcentaje demasiado alto del total de los ingresos) sin pagar impuestos por todo ello gracias a que tiene su residencia fiscal en Malta.

Eso sí, tendrá que cotizar a la seguridad social en prácticamente todos los Estados non-dom, lo cual puede suponer una carga relativamente alta, especialmente en Reino Unido. Además, el estado non-dom viene ligado en algunos países a ciertas condiciones.

Por ejemplo, en Reino Unido solo puedes acogerte durante 7 años a esta regulación. Pasado este tiempo, tendrás que pagar una tasa fija de 30.000 libras, algo que a los millonarios de la isla no importa, claro. El que no quiera pagarlas, puede salir durante 3 años de Reino Unido y volver a disfrutar de otros 7 años sin impuestos.

Así, podrías pasar esos 3 años en Irlanda, Estado non-dom vecino en el que no existe dicho límite temporal ni tasa fija.

Chipre es un caso especial dentro de los países non-dom. Aquí nos encontramos con unas condiciones de inmigración especiales según las cuales es obligatorio constituir una empresa en Chipre para poder beneficiarse de una exención de impuestos total en lo que respecta a intereses y dividendos tanto si son de origen nacional o extranjero.

Dado que los sistemas non-dom están pensados para extranjeros, la mayoría de los Estados non-dom están bastante abiertos a la inmigración. Las sencillas condiciones a la inmigración de ciudadanos de la UE en Malta, Irlanda y Reino Unido, hace estos países especialmente interesantes para dichos ciudadanos, ya que pueden evitar impuestos rápidamente y sin grandes complicaciones, sin tener que pagar por ello con su calidad de vida.

En comparación con otros Estados dentro del sistema de tributación territorial hemos de tener en cuenta que en los non-dom siempre tendrás que pagar seguros sociales, que tienes menos flexibilidad y a menudo tienes que pasar al menos medio año para mantener el estatus non-dom. Por experiencia, Malta y Chipre suelen tomarse esto menos en serio que otros países.

Sistemas sin impuestos directos

Por último, aún existen en el mundo países que no aplican (o apenas) impuestos directos.

En la mayoría de los casos no existen impuestos sobre la renta ni sobre las rentas del capital y solo tienen impuestos de sociedades muy limitados, únicamente sobre bancos y consorcios petroleros que aseguran la financiación de los Estados en cuestión.

Así, estos países libres de impuestos son, o bien islas pequeñas, que con frecuencia son centros financieros offshore, o países más grandes ricos en petróleo.

Dentro del primer caso, se pueden evitar los impuestos directos, por ejemplo, en Las Bahamas, las Islas Caimán o en Anguila, mientras que en el segundo caso países como Brunei, Qatar o los Emiratos Árabes Unidos ofrecen un paraíso libre de impuestos.

En cualquier caso no hay que olvidar que la ausencia de impuestos directos no significa que no haya ningún impuesto en absoluto. A menudo existe el impuesto al valor añadido (IVA) y en muchos casos aranceles de importación muy elevados que disparan considerablemente el coste de la vida en los países en cuestión.

Además, en general es muy difícil emigrar a ellos.

Si uno no tiene la mala suerte de ser enviado como funcionario al desierto, por lo general, hay que realizar inversiones considerables para obtener acceso y residencia en uno de esos países. Y aunque que la calidad de vida suele ser alta, las diferencias culturales con los países islámicos ricos en petróleo, o bien el tamaño pequeño de los Estados insulares, son factores que muchas veces disuaden de tomar la decisión de instalarse allí de forma duradera.

En mi opinión solo se puede considerar de forma realista esta emigración hacia Estados como Las Bahamas, Baréin o los Emiratos Árabes Unidos, en donde siguen siendo bienvenidos los empresarios que ganan mucho dinero.

¿Cuál es el mejor sistema fiscal en el mundo para emigrar?

Y entonces, ¿cuál es el mejor sistema fiscal en el mundo? Pues bien dependerá de cada caso individual, además de las preferencias de cada uno.

Los empleados que buscan trabajos locales por cuenta ajena solo pueden optar por países totalmente libres de impuestos, si es que la intención final es vivir sin pagar impuestos. Pero esto casi nunca es sencillo, porque las empresas rara vez envían a sus trabajadores a los paraísos insulares y, por otro lado, no muchas personas desean vivir y trabajar en los calurosos Estados petroleros.

Para los empresarios y trabajadores autónomos que no están atados a ningún lugar las posibilidades son mucho más amplias.

Independientemente del sistema fiscal concreto, deberían escoger un país sin leyes tributarias internacionales, desde el cual poder gestionar sin complicaciones una empresa libre de impuestos. En algunos casos puede ser conveniente tributar las ganancias abonadas con un 10-20% si a cambio disfrutan de un coste de vida bajo y/o de una alta calidad de vida.

Si tu intención es vivir realmente libre de impuestos, sin duda tendrás que hacer algunas concesiones.

Los Estados non-dom ofrecen libertad impositiva y una inmigración relativamente fácil, pero traen consigo un coste de vida más elevado y la obligación de aportar a la seguridad social.

Los países con tributación territorial pueden en ocasiones evitar estas retricciones, pero inevitablemente tienen peores infraestructuras y un mayor nivel de pobreza y de criminalidad. Lo decisivo es cómo se ponderan los diferentes factores importantes para uno mismo.

Al final hay que decidir si realmente vas a vivir en el país en el que tienes tu residencia fiscal o si solo lo vas a usar como segunda bandera dentro de la teoría de las banderas, como lugar que te aporta seguridad legal y otras ventajas. Así tendrás que tener en cuenta si el Estado concreto sigue la regla de los 183 días al pie de la letra o si no es así.

Lo más importante no es el sistema fiscal, ni el tipo impositivo, sino la calidad de vida, las seguridades, los costes de vida y las condiciones de inmigración, ya que si no puedes prolongar tu estancia, de poco te servirá haber encontrado un sistema tributario ventajoso.

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